click aqui

miércoles, 7 de abril de 2010

LOS MEJORES RELOJES DE PULSERA

Un pequeño artilugio que apareció mas de un siglo atrás,y seguro que seguirá durante mucho mas tiempo dando tema para conversación.Cumple una función muy importante,como es el control del tiempo,y también es un articulo muy importante y valorado en moda.
Voy a contar un poco de su historia y sus primeras apariciones.


El nacimiento del reloj de pulsera se produce entre finales del siglo XIX y principios del XX si atendemos a la producción seriada y no a las piezas singulares cuya aparición se remonta varios siglos antes.

El primer reloj de pulsera cuya creación queda documentada es el que, en en 1810, fue realizado por encargo de la princesa regente de Inglaterra y Reina de Nápoles Caroline Murat, la más joven de las hermanas de Napoleón Bonaparte, a la prestigiosa firma relojera Breguet. Se trataba de un pequeño reloj de bolsillo con una cadena adaptada para poder ser llevado en la muñeca.

Sin embargo, el concepto de reloj de pulsera empezó a ser aceptado como indispensable en las campañas militares de finales del siglo XIX y principios del XX. La posibilidad de consultar la hora cómoda y rápidamente terminó por imponerse. En 1880, la firma relojera Girard-Perregaux creó, a petición del emperador Guillermo II, unos relojes de pulsera particularmente robustos destinados al uso de oficiales de la marina alemana. Estos relojes tenían el cristal protegido por una parrilla o reja metálica que posteriormente fue relativamente común en los relojes militares durante la Primera Guerra Mundial. Esta serie de relojes de Girard-Perregaux constituye probablemente la primera colección seriada. Desgraciadamente, no conservamos ninguno de los originales.

A partir de entonces, los hombres comenzaron a variar su opinión sobre el reloj de pulsera: antes de la Primera Guerra Mundial, se consideraba un ornamento femenino, un objeto digno de no ser tenido en cuenta seriamente. Un corresponsal norteamericano de la publicación “The Horological Journal” escribió en 1916 que los hombres norteamericanos consideraban, hasta entonces, el reloj de pulsera como una burla, merecedor de aparecer en escenas cómicas de películas y “vaudevilles”; continuó diciendo que los detractores concedían ahora gustosamente un valor al reloj de pulsera como objeto para uso ocasional, pero que no habían hallado aún el modo de adoptarlo para usarlo en todas ocasiones. Tras la guerra, las manufacturas relojeras trataron de negar cualquier evocación a la imagen femenina hasta entonces vinculada a los relojes de pulsera, reafirmando la imagen varonil de éstos a través de gran variedad de folletos publicitarios. Además, muchos soldados regresaron de la guerra con sus relojes militares, hecho que propició la aceptación del uso del reloj de pulsera entre la población: un héroe de guerra no podía estar vinculado en modo alguno a un objeto afeminado, de modo que la percepción del reloj de pulsera varió rápida y ostensiblemente.

En 1923 el relojero inglés John Harwood solicitó en Suiza la patente de un reloj automático de pulsera, obteniéndola un año después. La masa oscilante estaba constituida por un sector circular sujeto por el centro, que giraba sobre un arco de 130º. En los extremos, dos muelles amortiguaban los choques. El resorte se cargaba al mover la muñeca utilizando un único sentido de rotación de la masa oscilante. La obsesión de Harwood era imposibilitar la entrada de polvo y humedad causantes del deterioro de la maquinaria: es por ello que la eliminación de la corona remontoir fue su principal objetivo. Las manecillas se regulan mediante un aro de vidrio acanalado y un punto rojo que aparece en una obertura de la esfera por encima de las seis, nos informa de que el mecanismo está listo para funcionar.

Información obtenida del libro "Relojes", Luís Montañés, 1997, Antiqvaria, S.A. Ediciones

No hay comentarios:

Publicar un comentario